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Carlos Escobar

Música inesperada

Almas en paralelo

En esta Semana Beethoven nuestra orquesta regional ha interpretado la Quinta Sinfonía de un compositor nacido también en diciembre y que tiene relación con el genio alemán. Me refiero al finés Jean Sibelius (1865-1957), nacido en el seno de una familia de habla sueca y que se convertiría en el compositor más importante de Finlandia.

Jean cuando es un niño de nueve años presenta su primera composición y se muestra como un prometedor violinista. En la Universidad, opta inicialmente por cursar Derecho hasta que decide consagrarse al estudio de la música en plazas como Berlín y Viena. Cuando retorna a Finlandia se casa con la joven Aino, perteneciente a una familia muy influyente, con la que tuvo seis hijas. En aquellos momentos, fruto del éxito del poema sinfónico Kullervo, su país le otorga una pensión para que se dedique únicamente a componer.

¿Por qué decimos que Sibelius guarda similitudes con Beethoven? El compositor finés, nacido casi un siglo después que el alemán, creó un corpus sinfónico en el que sus siete obras son muy originales y distintas a las demás. Jean descubre la música del Clasicismo Vienés y del Romanticismo en Centro Europa y son claras las influencias iniciales de Chaikovsky, Berlioz, Busoni, Bruckner o Wagner, entre otros, pero inmediatamente se muestra como un sinfonista absolutamente renovador, siguiendo la estela de Beethoven. A pesar del carácter nacionalista de sus melodías, no se basaron en las del folclore del país, sino que por su estilo distintivo y personal, discurrieron por fases más propias del Neoclasicismo, Impresionismo, Expresionismo y Modalismo.

Como al genio de Bonn, la enfermedad marcó el etilo de sus composiciones, lo que es evidente en el carácter sombrío de su Cuarta Sinfonía, escrita poco después de superar una cirugía por cáncer de garganta.

Podemos decir que en su legado sinfónico su música va evolucionando, lo que supone un desarrollo continuo de su personal forma de composición, de forma que, al igual que Beethoven, el orden de sus sinfonías podría ser haberse alterado sin que nos sorprendiésemos.

Otro compositor con el que comparte el honor de ser el gran sinfonista del siglo XX es Gustav Mahler, si  bien el estilo de éste se fundamentaba más en exponer ideas repentinas y generar contrastes con ellas, mientras que en Sibelius, son los pequeños temas o fragmentos los que van modificándose de forma muy gradual. Como dijo el maestro finés: “La música es para mí como un hermoso mosaico que Dios ha armado. Él toma todas las piezas en su mano, las arroja al mundo y nosotros tenemos que recrear la imagen a partir de las piezas”.

Cuando Sibelius escuchó por primera vez Parsifal en Bayreuth sufrió una gran impresión “capaz de mover los hilos de mi corazón”. La influencia de Bruckner es muy evidente en su forma de orquestar, pero ya hemos dicho que el estilo del desarrollo de Beethoven se impone, con temas que se permutan y derivan unos de otros de manera progresiva, en lo que se ha etiquetado como crecimiento orgánico.

Hay un claro giño al Don Giovanni de Mozart en el movimiento lento de la Segunda Sinfonía, así como ecos de un poema de Egdar Allan Poe en la Cuarta. Su Séptima Sinfonía fue criticada por su estructura en cuatro tiempos sin pausas entre ellos, calificándose como poco compleja. El músico respondió que: “A ningún crítico le han hecho una estatua”.

En 1926, este gran compositor que sufría pánico escénico y sinestesias entre notas y colores, decide no volver a componer más tras sus siete sinfonías, un concierto de violín (el más grabado de los escritos en el siglo XX) y multitud de poemas sinfónicos, obras de cámara y otras pequeñas composiciones. Pero que cuando miraba hacia atrás, etiquetaba a su música como “el aroma de la primera nieve”.

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por Carlos Escobar

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