Hoy les propongo una de las más bellas melodías creadas para una ópera. Es el preludio con el que abre el tercer acto de Carmen de Georges Bizet. He tenido la suerte de interpretarla con el clarinete con acompañamiento de piano y siempre deja la sensación de que termina antes de tiempo, lo que incrementa su carácter bucólico y enigmático. Como ocurre con tantas cosas en esta vida, es imposible imaginar lo que uno siente al tocar la pieza si no lo esta haciendo en ese instante.
La versión que les invito a escuchar es de la Filarmónica de Berlín, que es de una sensibilidad difícil de soportar. El solo cantabile de la flauta es de una soberbia exquisitez a lo que contribuye los bellos arpegios del arpa. En la ópera Carmen, este instrumento de viento tiene un papel relevante en los momentos claves y en este entreacto, tiene el cometido de transmitir la paz fugaz que se ve alterada por el destino de los personajes principales.
A continuación de la melodía de la flauta, son las cuerdas las que acompañan su dúo con el clarinete, cuyo timbre da una dimensión especial a la línea de canto y que, para un clarinetista, es uno de los fragmentos más bellos escritos para el instrumento de ébano.
La melodía se repite esta vez en el corno inglés y el fagot, con el dibujo de contracanto a cargo de los violines y violas.
Estoy seguro que les va a encantar esta breve pieza musical.