Una de las obras más importantes del siglo XX por su calidad musical y su transcendencia emocional es el concierto para violín y orquesta de Alban Berg, titulado “A la memoria de un angel” (Viena, 1885-1935).
La obra fue un encargo del violinista Louis Krasner, que lo estrenó en el Palau de la Música Catalana el 19 de abril de 1936, bajo la dirección de Herman Scherchen. Se celebraba el Festival de la Sociedad de Música Contemporánea y Barcelona tenía mucha ambición cultural y era muy receptiva a la música de vanguardia. Berg compuso la obra con gran rapidez entre abril y agosto de 1935 y la dedicatoria “A la memoria de un ángel” refleja el dolor por la trágica muerte, el 22 de abril de ese mismo año, de Manon Gropius, la bella hija del célebre arquitecto Walter Gropius y de Alma (viuda de Gustav Mahler), a consecuencia de una poliomielitis. Berg tenía pasión por “Mutzi” (como la llamaban familiarmente) y para él era como una hija.
Paradójicamente este réquiem orquestal por Manon se convirtió en el réquiem del propio compositor, ya que en agosto sufrío una picadura de abeja en la espalda que se sobreinfectó. El absceso reapareció semanas más tarde en el pie izquierdo, por lo que el 17 de diciembre tiene que suspender los ensayos de la ópera Lulú para ser operado de urgencia. El maestro falleció de una septicemia el 24 de diciembre.
La obra consta de dos movimientos que contienen a su vez dos secciones cada uno. En el primer movimiento Andante – Allegretto, Berg muestra la belleza y la ternura de Manon y refleja la tragedia de su enfermedad. Utilizó una serie dodecafónica a modo de tema conductor, formada por las doce notas separadas en intervalos de terceras mayores y menores (en la figura del teclado se marcan las notas y aprecia la distancia entre ellas). Alban Berg escribió la música para el violín con las cuerdas “al aire” lo que simboliza la pureza de Manon. En la segunda sección utiliza temas populares de la región austríaca de Carintia orquestados para una trompa y dos trompetas, lo que transmite un aire pastoril.
El segundo movimiento tiene una sección Allegro, de violento dramatismo donde queda reflejada la agonía y la muerte de Manon. Termina con un Adagio, que es una coral con variaciones de un fragmento de la Cantata BWV 60 de Juan Sebastián Bach, donde destaca la frase final “Es ist genug” (“Ya es suficiente”), escrita un semitono más alto. El compositor refleja muy bien la transfiguración del alma de la joven y utiliza los clarinetes para imitar a un pequeño órgano de iglesia. Al final, reaparece la popular melodía carintia.
Este bello retrato musical nos muestra la oposición entre la vida y la muerte de una joven tras un acontecimiento terrible. En las últimas semanas, algunas familias de Murcia han pasado por la triste y trágica experiencia de la pérdida de un hijo. Es mi deseo que desde estas páginas, el consuelo que aporta la música transcienda con tanta profundidad como lo hace el irremediable dolor.