>

Blogs

Carlos Escobar

Música inesperada

Melodías tristes

Las sinfonías son composiciones con una estructura musical amplia en la que se desarrollan multitud de ideas relacionadas con las circunstancias y el momento en que son creadas.

Con motivo del próximo concierto de la ösrm, conversamos con uno de sus profesores de viola que mejor conocen la tradición musical del este de Europa. Ylli Rakipaj nos cuenta con detalle cómo es la Séptima Sinfonía de Antonin Dvořák, una de las mejores obras del repertorio concertístico y ejemplo revelador de la influencia que tienen los acontecimientos vitales en la obra del músico.  

El Nacionalismo en la Historia de la Música supone, como dice Ylli, la inclusión de los materiales melódicos, armónicos y rítmicos procedentes del folclore en la tradición culta, la que se ve enriquecida: “Además, este movimiento tuvo un carácter reindivicativo y de búsqueda de la identidad nacional ansiada por pueblos, como el de la región de Bohemia, que estaba subyugada por el Imperio Austríaco”.

Procedente de Albania, donde ejerció como profesor de conservatorio y miembro de la Orquesta de la Televisión de Albania, Orquesta de Teatro y Ópera de Tirana, Concertino de Orquesta de Cámara de Shkoder (Albania) y miembro fundador del Trío Pasión, Ylli es violista titular de la ösrm desde el año 2001. Sobre la vida de Dvořák, Ylli considera que las personas más relevantes fueron, Joseph Spitz, su maestro municipal, Antonín Liehmann, su profesor de alemán, Biedrich Smetana, director de la Orquesta del Teatro Provisional de Praga donde comenzó como violista y Johannes Brahms, con el que entabló una próspera amistad.

Rakipaj destaca la capacidad Dvořák para asimilar las corrientes musicales de su tiempo, especialmente de Smetana, muy interesado en el material de origen bohemio, así como para asimilar el lenguaje clásico-romántico según la línea trazada por Beethoven y Schubert: “Todo esto labrado con una admirable fecundidad, espontaneidad y frescura, que se aprecia sobre todo en la música de cámara y las sinfonías”.

Dvořák concibe la sinfonía de años tristes en una época llena de duda, amargura, dolor silencioso y resignación, a consecuencia de la muerte de su madre, de su hijo mayor y de su maestro Smetana. Tras tres meses dedicados a su composición y consiente del reconocimiento que tenía su música para el público inglés, el compositor checo logra escribir “una exitosa y equilibrada obra de contenido patriótico, calificada como una de las mejores sinfonías desde la época de Beethoven”.

La obra consta de cuatro movimientos. El primero es un Allegro Maestoso, de comienzo sombrío y amenazante y ordenado en una estructura clásica de forma sonata, seguido de un segundo tema de carácter lírico y pastoral. La riqueza temática y la facilidad en la escritura del autor genera momentos absolutamente deliciosos.

El segundo movimiento Poco Adagio es en palabras del escritor y crítico musical inglés Alec Robertson, el mejor de todos los tiempos lentos compuestos por Dvořák. El material con el que comienza y se desarrolla este segundo movimiento es de una belleza cautivadora: “La delicadeza del clarinete junto a los fagotes y el oboe, manifiesta un estado de tristeza que da paso a un sucinto y exquisito motivo en las cuerdas. Es llamativa la libertad con la que trabaja el compositor los elementos musicales”.

El Scherzo-Vivace es el movimiento donde aparece con más claridad los rasgos eslavos. Ylli nos explica que la multiplicidad rítmica proviene de la furiant, danza de origen bohemio que se caracteriza por el desplazamiento de los acentos naturales del compás y los ritmos cruzados. Además Dvořák hace gala de maestría en el ritmo con el que presenta un hermosísimo tema doblado en fagotes y violonchelos junto a un marcado acompañamiento ternario de violines y violas.  

El Finale-Allegro abre con una profunda frase de los clarinetes, trompas y chelos al unísono, a la que le toma el testigo el resto de la cuerda que junto a los vientos de madera y de metal, nos lleva a la primera cúspide de la obra. Un segundo y heroico motivo surge en forma de una obstinada y épica marcha, con una clara carga patriótica. En la apoteósica cadencia final la armonía se expande en un sorprendente cambio a Re mayor y el autor parece liberarse dejando escapar toda la fe y esperanza reprimida a lo largo de estas magistrales páginas.

Un concierto para empezar con buen pie el fin de semana.

 

Viernes 19 de febrero, 20h. Auditorio Víctor Villegas de Murcia. Finlandia y Concierto para violín de Sibelius; Séptima Sinfonía de Dvořák. Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia. Jesús Reina (violín), Virgina Martínez (dirección).

Temas

por Carlos Escobar

Sobre el autor


febrero 2016
MTWTFSS
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
29