El mismo día en que la duquesa de Cambridge daba a luz a un varón, tercero en la línea dinástica al trono británico, Valcárcel llevó a término un particular parto político en el que era imposible no ver claves sucesorias. Tras una larga gestación, dentro del partido y al frente de la alcaldía de Puerto Lumbreras, Pedro Antonio Sánchez se convertía en consejero y llegaba a la primera fila de la política regional. Por su juventud y vitola de sempiterno ‘delfín’, Sánchez fue recibido en las filas populares con una euforia inusual. ¡Habemus ‘royal baby’ del PP regional y encima se parece al ‘padre’¡, pensó la mayoría, al ver aupado a un político muy del cogollo del partido y que siempre ha figurado en la terna sucesoria. Lo cierto es que el nombre de quien relevará al líder del PP es la única incógnita de una hoja de ruta que ya se ha marcado Valcárcel, como hoy desvelamos en páginas interiores. En una entrevista que publicamos hace dos años, Valcárcel ya confesó que su deseo personal es ir en las listas al Parlamento Europeo para continuar su carrera en un ámbito que le gusta, conoce y que ahora tiene especial relevancia para los asuntos domésticos. No ha habido ningún cambio en esa decisión. De hecho, trabaja ya en la estrategia electoral de la campaña para las europeas. Solo renunciaría si la lista no respondiera a sus expectativas, más por sustancia que por posición en ella. Pero vaya o no, esto último hoy poco probable, pretende dejar San Esteban en la próxima primavera, situando al frente a quien, en principio, sería canditato a las autonómicas de 2015, si en ese año de transición se gana al partido y demuestra capacidad de liderazgo. Toda este plan está marcado por las citas electorales (autonómicas y generales) en las que, tal como están las cosas, el PP no tiene ni mucho menos asegurados unos buenos resultados. En esta tesitura, Valcárcel quiere tutelar ese proceso, incluido las listas, y no dejará la presidencia del PP regional hasta el congreso que seguirá a las generales de 2015. Salvo que ocurra un hecho de magnitud inesperada (siete meses en política son muchos), solo queda por saber el nombre del sucesor. Podría teóricamente serlo cualquiera de los otros 32 diputados populares, pero a la hora de elegir el factor clave serán las expectativas de éxito electoral que, a priori, presente cada candidato. Esa es la lógica imperante en los partidos y ahora no cabe esperar una excepción. Este criterio acota los candidatos a los tres ya conocidos: Sánchez (el más imbricado territorialmente en el PP), Juan Bernal (el candidato mejor valorado en ámbitos económicos e inicialmente el señalado) y Juan Carlos Ruiz (una apuesta que sería bien vista por el partido). Todos tienen sus pros y contras. Solo citaré los ‘peros’ existentes a día de hoy, aunque quizá no en abril. Uno tiene una imputación judicial latente, otro está más quemado y el tercero es una incógnita por su inexperiencia en gestión. En primavera, nunca antes, sabremos quién llevará la corona y acudirá a las urnas.