Arranca un curso político con las asignaturas pendientes de siempre en materia de agua, infraestructuras y financiación, pero con una novedad relevante. Por una conjunción de circunstancias diversas se aproxima una profunda renovación de la élite dirigente que debe encauzar la salida de la crisis y trazar un nuevo rumbo estratégico para la Región. Es tal la importancia, influencia y poder de quienes enfilan la puerta de salida que cabe hablar del fin de una época y del nacimiento de otra nueva. No es un simple y ceremonioso cambio de guardia. La sucesión de relevos previstos es la propia de una ‘segunda transición’ con nuevos liderazgos que tardarán en afianzarse. Veamos si no la magnitud de los cambios: en primavera dejará de ser presidente de la Comunidad quien lo ha sido desde hace 18 años y la patronal ya no estará dirigida por quien llevó su timón a lo largo de 11 años. En las filas socialistas puede surgir un nuevo líder, o consolidarse el actual, si se celebran las primarias previstas antes de las europeas de mayo. Habrá también elecciones en las tres Cámaras de Comercio, renovación en las ejecutivas de CC OO y UGT, y un nuevo rector de la Universidad de Murcia surgido de las urnas. Por sí sola, la marcha del presidente Valcárcel ya supondrá un hito de hondos efectos en la sociedad murciana. Haya o no relevo generacional, nada volverá a ser como antes en el plano político porque súbitamente desaparecerá el hiperliderazgo de quien ganó una elección tras otra, por mayoría absoluta, desde 1995. Quien ocupe el Palacio de San Esteban, cuando Valcárcel se incorpore a las listas europeas, lo hará con el respaldo del líder del PP regional y de la dirección nacional, pero sin el aval de las urnas, una situación inédita durante el mandato de los populares. La petición de un adelanto electoral será una de las principales reclamaciones de la oposición, que por primera vez otea la perspectiva de unos comicios en los que ya no se enfrentará a un candidato que se demostró imbatible. El sucesor de Valcárcel tendrá un año para ganarse el respeto de los suyos, algo ineludible aunque haya ‘dedazo’ del presidente y una petición expresa de arropar al elegido. El nuevo líder partirá de cero y tendrá que hacer del diálogo y el consenso su principal instrumento para consolidarse hasta las elecciones autonómicas. Entonces ya se verá qué ocurre. Los cambios en las organizaciones empresariales también deben percibirse como una oporturnidad para reflexionar sobre la función y modos de actuación de estas instituciones. No es tanto una cuestión de nombres o perfiles como de proyecto lo que encaran CROEM y las cámaras. Es bueno que circule el aire por las alturas y se dé juego a profesionales con ganas, ideas y otras formas de hacer. Hay capital humano sobradamente capacitado para tomar el relevo en los principales ámbitos de decisión política y empresarial. Y eso es una garantía que debe inspirar confianza cuando todo está cambiando a nuestro alrededor.