El Plan de Control Tributario presentado el miércoles por Montoro pone de nuevo el foco en la ingeniera fiscal de la que se aprovechan particulares y empresas para eludir el pago de impuestos en España. Y una vez más, sin un sistema de evaluación transparente para certificar la eficacia de esas medidas. La evasión fiscal es tan abrasiva como la corrupción política, que a veces se practica a la luz del día con un descaro intolerable. Clama al cielo que sufriendo los murcianos una presión fiscal mayor que la media, existiera una empresa de amiguetes con la desfachatez de intermediar en la venta de los terrenos de Zinsa en Cartagena bajo la marca de Belice S.L., el mismo nombre que el paraíso fiscal caribeño. Y todo con la aquiescencia de dirigentes de un Ayuntamiento, ahora escrutado por el caso ‘Púnica’. ¿Para cuándo un Plan de Control del Tráfico de Influencias y sus paraísos en España?