El mismo teléfono que aguardó durante horas en diciembre de 2011 una llamada que no llegó desde Génova, cuando Rajoy iba a decidir entre dos quién sería ministra de Trabajo, no paró de sonar a primeros de mes, en vísperas de la única declaración ante el Supremo por ‘Novo Carthago’. Esta vez las llamadas no venían de Madrid, sino de un móvil que va y viene de Bruselas a Murcia. Superado el trance testifical, la tensión se relajó. Días después, el PP dio el ‘placet’ a los candidatos imputados De la Riva e Imbroda. Estaba decidido lo que Rajoy explicitaría esta semana a Carlos Herrera: «Hay imputaciones e imputaciones». Eso significa que no hay línea roja. Se examina caso a caso y se decide… según convenga electoralmente. Y convino. Había una duda: el teléfono pinchado por orden judicial de un imputado en la ‘Púnica’. Pero alguien sentenció: ‘Tranquilos, ese usa más de un móvil’.