El decreto de simplificación administrativa busca, acertadamente, generar empleo y riqueza sustituyendo muchos trámites burocráticos por una declaración responsable de empresarios y emprendedores. Pero asusta el panorama, visto el escaso celo en algunos casos de quienes deben inspeccionar el cumplimiento de la ley, y lo secundario y relativo que parece esta cuestión para las organizaciones empresariales. Modernizar la Administración será difícil mientras en la sociedad perduren los ramalazos feudales, los vigilantes que hacen la vista gorda, el compadreo que conduce a los tratos de favor y esa suerte de permisividad con todo tipo de irregularidades, salvo meter la mano en la caja pública. La maraña legal es excesiva. Debe ser más clara y habrá que reducirla. Pero mientras no se cambien, las leyes terrenales hay que cumplirlas. Todos. Sin atajos ni excepciones para que prevalezca la seguridad jurídica y no se produzcan ventajas competitivas. Lo contrario es perpetuar el Medievo.