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Sargento Emilia

Inmunidad consular

El policía le había parado en un control rutinario y él, lejos de reconocer la infracción, montó en cólera. Con gran escándalo y con un desprecio hacia el uniforme y el trabajo policial, consiguió poner fin al dispositivo al tener los demás policías que intervenir en apoyo de su compañero.
El individuo, que dijo ser Cónsul y que viajaba en su viejo mercedaco, acompañado de un supuesto abogado, se sentía fuerte y cargado de razones, mientras acusaba al policía de haberlo insultado y amenazado, sin tener en cuenta su posición social.
El agente de tráfico en cuestión, al día siguiente, tuvo que informar con celeridad sobre la sanción impuesta, apremiado por sus jefes que tuvieron conocimiento de lo sucedido, al parecer, por llamadas telefónicas, que exigían explicaciones.
Cuando quedó claro que la multa, por no haber pasado la ITV, era inapelable, se le pidió de nuevo al policía que informara sobre su proceder. Ahora se cuestionaba sus modales y su falta de profesionalidad, por el trato vejatorio infligido al infractor. Se le dejo claro al funcionario que un señor abogado y un señor Cónsul no podían mentir.
El policía volvió a informar por escrito, reiterando que su comportamiento había sido exquisito, a pesar de los insultos y de las bravuconadas y provocaciones del denunciado. Dicha afirmación podía ser corroborada por el resto de los policías presentes, que también tuvieron que informar a título individual.
Administrativamente, el asunto fue archivado pero la honestidad del policía había quedado en entredicho. El energúmeno se fue a los tribunales y allí el Juez de turno lo caló a la primera y desmontó sus acusaciones.
Un tiempo más tarde, este circo, ajeno al recurso legal al que todo sancionado tiene derecho, se volvía a repetir, con el mismo infractor pero con otro policía y con otra situación de denuncia, y con los teléfonos que volvieron a echar humo, para sembrar la duda sobre la actuación policial.
El incendiario, que paseaba su título de Cónsul por nuestras Instituciones, tenía esa personalidad de golfo emprendedor, faltón y sin escrúpulos, que tanto gusta en esta Región. Se había introducido en el tejido empresarial, con sus promesas de negocio y un supuesto patrimonio fantasma, invertido en otro continente. Gracias a sus contactos, había hecho muchos amigos entre la clase política.
Ahora que todos han sido, presuntamente, estafados por este personaje, que además corre el peligro de terminar en la cárcel, no sé si algunos policías se sentirán resarcidos pero espero que otros, que se dedican a la censura, hayan aprendido la lección.

Versión policial

Sobre el autor

Sigo con mi "Versión Policial" en un intento por destripar una realidad urbana que el ciudadano en ocasiones apenas intuye. Con "Ficción Literaria" les hago partícipes de mis devaneos con la escritura.


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