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Zona de embarque

Por aquí y por allá, el mar

 

Tierra adentro: ¿Hasta dónde llega el mar? Esta tesitura, que puede parecer cosa de poetas o de despreocupados, fue una de las claves que tenía que resolver la Ley de Costas. Mucha enjundia legal tiene la pregunta.

A mí me encanta visitar los pueblos ubicados en el litoral porque son todo un desafío. Sin necesidad de leyes, por su cuenta, supieron colocar torres, murallas y castillos para frenar la embestida de las olas o los ataques de piratas.

Mar… ¿en tierra firme?

Nuestro destino es uno de estos pueblos bellísimos: Carboneras (Almería). Nos pararemos en varios puntos en los el mar se ha colado en esta localidad.

Carboneras tiene la singularidad de que está situada dentro del gigantesco Parque Natural Cabo de Gata-Níjar. Las montañas que la rodean fueron unas, antiguos volcanes; Otras, arrecifes. Esta lucha entre el fuego (desde la tierra) y el mar (desde la costa) ha dejado hoy un paisaje salvaje, cubierto de esparto en casi toda su superficie, que recuerda mucho al desierto.

Molino de viento

¿Qué hacer cuando el mástil de un barco o las velas se estropean? La buena madera era reutilizada para las aspas de estos inteligentes artilugios con los que se lograba la harina, tan necesaria en la alimentación; Las velas se reparaban y se utilizaban en las aspas. Y, aquel viejo y desgastado barco recuperaba así, una nueva vida anclada ya en tierra.

Hoy en día el Molino se puede visitar. En su interior contiene un Centro de Interpretación de su pasado para asegurar la base alimenticia de toda la población. Sólo la parte superior en forma de cono es giratoria, para buscar con ello los buenos vientos. Energía limpia que hoy tanto anhelamos.

Tinajas “romanas” envejecidas

El interior del Castillo de San Andrés esconde casi tres museos: Uno de historia (con fotografías muy interesantes de los orígenes de esta localidad); Otro, vinculado al cine: esta localidad ha sido el plató de grandes películas de Hollywood. Y un tercero, que parece que nos encontremos dentro de un barco antiguo repleto de tinajas.

Carlos, un trabajador de una central térmica almeriense observaba cómo en las maniobras de succión eran arrastradas -desgraciadamente- pequeñas caracolas y conchas. En su jubilación, y con este recuero aún vivo en su memoria, hoy trabaja como artista. Realiza tinajas de barro, siguiendo el patrón de las romanas y, durante varios años las sumerge en el fondo de mar. En este trance quedan envejecidas.

En esta fortaleza (situada en el centro de la localidad) también se pueden visitar las mazmorras, el aljibe y la torre. Las vistas desde lo alto son espectaculares, sobre todo a la hora del atardecer. A nosotros nos pilló la famosa “hora azul”. En el grupo había varios fotógrafos. Así que, pueden imaginar el momento de tanta felicidad en estas alturas que vivimos todos; Los demás, contagiados.

Faro y, ¿a la vez, museo?

¿Puede el amor de una sola persona por el mundo de los faros, con la ayuda desinteresada de más personas, llegar a crear un museo?

Mario, el antiguo farero, durante su más de treinta años trabajando, ha recopilado objetos muy curiosos (maquetas, mapas, etc.) sobre los faros de todo el mundo. Su afición la contagia a amigos y visitantes quienes, de forma generosa y altruista, le han ido enviando más y más artilugios en torno a los faros. Hoy este interior del faro está a la altura de ser considerado como un museo que sorprende en cada una de sus habitaciones (una de ellas dedicada a la Torre Hércules). Nos recibió justo un mes después de su jubilación y compartió muchos secretos de los faros (hoy todos ya tecnificados). Salimos también contagiados. Avisados quedan por si lo visitan.

Puntos de defensa para evitar que se colaran en tierra

SI en esta ruta la fuerza del mar se adentra en Carboneras, hay dos enclaves para justo lo contrario: frenar (y avisar si no daba tiempo) la entrada de piratas.

Dos rutas de senderismo que parten desde el centro de la localidad y permiten adentrarse en el Parque Natural. Una de ellas, hacia Torre Mesa de Roldán, un puesto defensivo para evitar el ataque de piratas situado en una atalaya (de su parte más baja se extrajo la tierra necesaria para construir el puerto).

Este lugar es hoy muy famoso por su aparición en Juego de Tronos. A mitad de esta ruta se puede ver la bellísima (y trágica) Playa de los Muertos (muchos años ha salido en el top ten de las playas más bellas de España). Si uno se cansa a mitad de esta ruta, sucumbir en esta playa es fácil (la belleza, ¿quién puede escapar de ella?)

Otra alternativa, también a pie, es llegar a la Torre del Rayo, que se ve desde la orilla de la playa y termina en la desembocadura del río Alías (famosa igualmente porque fue el plató de cine en Laurence de Arabia).

También se cuela en las cocinas

Y, como en todos estos pueblos de litoral, el mar fácilmente entra en las cacerolas, sartenes y paelleras. Sí, en sus restaurantes, en todos sus menús ofrecen pescado fresco (gambas, sardinas, galanes, calamares…). Aquí, cuchillo y tenedor en mano, sólo es posible apelar al grito de los piratas: ¡al ataque!

 

  1. Muchísimas gracias a la Asociación de Empresarios de Carboneras quienes han sido unos magníficos anfitriones de esta tierra que rebosa a mar por todas sus calles, sus edificios y sus montañas. Un lugar con una cartografía tan singular que la distancia marítima y terrestre casi se confunden.

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