Estos días adquieren un gran protagonismo. Hemos estado pendientes del color del humo. El resultado de una votación secreta que deja una huella efímera que desaparecerá más tarde flotando por el aire. Todo un sistema de destrucción de pruebas y de papel aún vigente, que causa tanto asombro en esta era tecnológica.
Qué pena que no se puedan conocer el desarrollo de estas reuniones porque cuánto nos aportaría poder saber cómo personas de distintos idiomas y de más de 70 países diferentes llegan sí o sí a un acuerdo final. Lo que aprenderíamos de técnicas de escucha y toma de decisiones, ¿verdad?
Pero no sólo en estas ocasiones históricas; Son muchas las chimeneas que delatan y comunican casi parámetros invisibles. Lo hacen, ya les digo, sin que apenas nos demos cuenta. ¿Vamos a descifrar sus claves?
De la solemnidad de Roma, al ámbito hogareño de París
Alzamos un poquito el cuello para comenzar nuestro viaje a la altura de los tejados parisinos.
Motivos de salubridad (vinculados a epidemias) llevaron a la modernización de París con criterios más razonables: calles más amplias, espacios verdes… Este cambio se realizó bajo la dirección de Haussmann que reguló minuciosamente la idéntica alineación de las fachadas; la altura de las edificaciones y hasta cuál debía ser la inclinación de las buhardillas de todas las viviendas. Todo un manual de reglamentación urbanística en estos condominios idénticos unos con otros.
Muchos colegas de su tiempo criticaron esta monotonía de las “calles-muro”; Los cambios, que siempre provocan rechazos. Hoy, aún nos sorprende la belleza de esta uniformidad y podemos pasear por París… ¡como si estuviéramos abriendo y “leyendo” todo un manual de arquitectura y urbanismo!
Uno de los retos de este trazado era acabar con la alta densidad de población (que provocaba, a su vez, acumulación de basuras en las crecidas del Sena). La cuestión entonces era: ¿Cómo saber cuántas personas vivían en una vivienda cuando todavía no se había regulado el Censo, ni el Empadronamiento? El “truco” que utilizaron fue atender a las chimeneas que se adosaban en las paredes medianeras. Y calcular, según cuántas fueran las chimeneas, el promedio de personas que habitaban en cada casa. Aquí, abrimos también otro manual de… ¡estadística y contabilidad!
De París saltamos al océano
Porque en alta mar el caso de las chimeneas de los grandes cruceros que bien curioso y contienen mensajes secretos. Es el punto más alto y, por tanto, el más visible de una embarcación. Esta posición privilegiada se aprovecha con colores bien llamativos, a modo de seña de identidad del buque y, marcar así las diferencias con las navieras de la competencia. Sí, es nuestra “matrícula marinera”, bromeaba -sin negarlo- la directora de marketing de una naviera.
Desde muchas millas de distancia ya se puede saber si es un barco de una misma compañía u otro de la competencia. Incluso, cuentan las leyendas que, en ocasiones, hace algún tiempo ya, se aumentaba la altura o el número de ellas para hacer ver un mayor poderío económico: una forma de querer mostrar una cuenta de resultados bien cuantiosa. Seguimos con el manual de contabilidad abierto.
Pues sí, las chimeneas de estos buques además de parlanchinas son también… ¡presumidas!