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Cuestión de narices

Murcia exporta una espectacular ‘cosecha’ de sumilleres de primer nivel internacional a algunos de los mejores restaurantes del mundo

Daniel castaño

Daniel castaño

En la edición correspondiente a 2018 de los premios de Gastronomía de ‘La Verdad’, el premio a  toda una trayectoria recayó en la figura de Antoine Hernández. Residente actualmente en Librilla, este murciano que viajó de niño con sus padres a trabajar en la vendimia francesa (destino de tantos trabajadores españoles) acabó convirtiéndose en el responsable de los vinos que se han servido durante décadas en las decenas de restaurantes del imperio del chef francés Joel Robuchon (fallecido ese mismo año). De hecho, desde su murciano pueblo natal sigue, como socio del imperio Robuchon, el cocinero con más estrellas Michelin de la historia, controlando el contenido de las bodegas de esos establecimientos repartidos por varios continentes.
El caso de ‘monsieur Antoine’, un librillano que se expresa con un fuerte acento francés, no es sino un ejemplo más de una curiosa circunstancia: y es que Murcia no solo es exportadora de frutas y verduras; lo es también de narices.
Estaremos de acuerdo en que la Región de Murcia, pese a que acoge en su pequeño territorio a tres denominaciones de origen (Yecla, Bullas y Jumilla,) no está en la cabeza de las zonas productoras de vino en el territorio nacional, y además, llegó más tarde que otras a esa revolución vitivinícola,  enológica y de marketing que disparó la producción de caldos de calidad hace unas décadas. Rioja, Ribera del Duero o Penedés son potencias con las que es difícil competir, si bien hay que decir que los vinos murcianos cada vez aportan más al peso global de las exportaciones españolas. También estaremos de acuerdo que Murcia no está entre las regiones más consumidoras de vino del país, entre otras cosas como consecuencia de su climatología y en que, efectivamente grandes áreas del norte de la Península están muy por delante en consumos por cápita de nuestra Región. Según el informe ‘Panorama actual y perspectiva del sector vitivinícola 2017’ publicado por EAE Business School, la Región de Murcia registra un consumo de menos de siete litros por habitante, una de las cifras más bajas de España. La climatología condiciona todos los aspectos de la vida humana, entre ellos los hábitos alimentarios y, por tanto, las tradiciones y la cultura enogastronómicas. En todo caso, hay que decir que no existe una relación directa entre producción y consumo de vino por unidad administrativa de comunidad autónoma, porque, por ejemplo, una de las comunidades donde se bebe menos vino que en Murcia es… ¡La Rioja!: 6 litros por habitante y año, según el citado informe. El consumo medio ‘per cápita en España en el mismo periodo fue de 21,40 litros al año. Por tanto, pese a su potencia vitivinícola, nuestro país no se encuentra siquiera entre los 10 primeros países europeos con mayor consumo de vino. Por cierto y como curiosidad, decir que el estado que más vino consume por habitante y año es el Vaticano, con nada menos que 71,25 litros por habitante y año. Es de suponer que  en ese consumo entra… el vino de misa.
En cualquier caso, en estas circunstancias es curioso que en el terreno de los profesionales del mundo del vino en la restauración sea Murcia todo un referente ‘exportador’ de sumilleres a grandes restaurantes gastronómicos de toda España e incluso más allá de los Pirineos. Al espectacular ejemplo de Antoine Hernández hay que añadir el de  Pedro Martínez. Este ceheginero obtuvo en 2001 el Premio Nariz de Oro, el máximo reconocimiento que un sumiller puede recibir en España. Juan Luis García es el sumiller de Casa Marcial, el restaurante del asturiano Nacho Manzano, que atesora dos estrellas Michelin. Este murciano, que fue presidente de la Asociación de Sumilleres de Murcia, se ha convertido en todo un embajador de los vinos murcianos. Pero hay más: la primera vez que España ganó la Copa Internacional Vinos de Jerez, lo hizo de la mano del equipo formado por el propio García y el chef murciano Cayetano Gómez, en 2011. Manuel Angosto, que en su momento ofició como auxiliar de servicio en la Escuela de Hostelería La Flota de Murcia y que sus inicios se registraron en compañía de Pedro Martínez en el Palacete de la Seda, es nada menos que el sumiller de El Celler de Can Roca, con tres estrellas Michelin, considerado en varias ocasiones el mejor restaurante del mundo. El moratallero José Antonio Navarrete, proclamado Mejor Sumiller de España en los Premios Nacionales de Gastronomía en 2012, es el sumiller de Quique Dacosta, otro restaurante tres estrellas de la guía francesa.
En definitiva, una espectacular cosecha de profesionales de primera línea internacional surgida «por narices» en este pequeño rincón del sudeste español.

Sobre el autor

Periodista, crítico gastronómico. Miembro de la Academia de Gastronomía de la Región de Murcia.


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