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Pachi Larrosa

El Almirez

Obesidad infantil

Murcia, ‘la huerta de Europa’ se coloca, paradójicamente a la cabeza del sobrepeso entre la población más joven y vulnerable

 

 

 

Casi el 40% de las niñas y niños de la Región de Murcia de entre 2 y 17 años tienen sobrepeso u obesidad,  según el informe ‘Los derechos de la infancia y la adolescencia en la Región de Murcia’ presentado el pasado mes de feberero. El estudio fue elaborado por Unicef Murcia con la colaboración de la Universidad de Murcia (UMU) y la Politécnica de Cartagena (UPCT). Ese porcentaje ha experimentado un incremento de más de diez puntos respecto a los últimos disponibles de 2011 (27,7%)  y colocan a la Comunidad como la Región con la tasa de obesidad y sobrepeso más alta de España.

 

 

¿Qué está pasando? ¿Cómo son posibles semejantes datos en un país que se inscribe en el área de consumo de lo que se entiende por dieta mediterránea, la más saludable? ¿Cómo es posible que la denominada ‘huerta de Europa’ presente semejante panorama entre sus menores? Los hábitos alimentarios, es decir, el conjunto de decisiones que tomamos respecto de nuestra alimentación diaria, se conforman en la infancia y su modificación en edad adulta es muy compleja. Y la realidad es que hoy, un niño de ocho o nueve años del primer mundo ya ha consumido más azúcar que sus abuelos en toda su vida. Es el azúcar, más que las grasas, es el gran responsable de esta situación. Pero no el azúcar del azucarero, sino el contenido en cantidades industriales (nunca mejor dicho) en los alimentos ultraprocesados, el gran invento que a finales del XIX y principios del XX cambió los hábitos alimentarios de los estadounidenses y después se extendió (si, si, como una pandemia) por todo el mundo. Fue la gran industria alimentaria americana surgida tras la Guerra Civil y desarrollada en paralelo a la revolución Industrial y a la urbanización del país la que cambió las cosas. La en el siglo XX, la globalización y la subsiguiente ‘Mcdonalización’ del mundo completaron el trabajo.

Por supuesto no es sólo este elemento el causante de la obesidad de nuestros niños: el sedentarismo, la accesibilidad y el bajo precio de estos productos, unido a los ecos de nuestro condicionamiento genético que busca el azúcar como un reservorio de energía tan necesario cuando éramos cazadores-recolectores hacen el resto.

Y hay dos espacios en la vida de un niño determinantes en este terreno: el hogar y la escuela. El primero es difícilmente controlable: depende de la educación, sensibilidad y conciencia de los padres alimentar correctamente a sus hijos. Porque si para merendar de manera habitual hay un bollo industrial y un batido y para cenar unos trozos de pizza o tiramos del cajón de los embutidos, no hay nada más que decir. Quien vea en esto una exageración, que se fije detenidamente en la cesta de la compra de los clientes de un supermercado de barrio. Pero el segundo espacio es (debería ser) mucho más controlable: la escuela. Y aquí los responsables educativos y, por encima los políticos tienen mucho que hacer (más que decir). Todavía resuena la polémica de los menús infantiles a base de pizza y Coca Cola con los que la Comunidad de Madrid alimentaba a los niños de familias sin recursos (un refresco azucarado equivale a ¡seis terrones de azúcar!). Pero la ocurrencia, lógicamente, no surge de la nada. En los Estados Unidos de Trump, escuelas de California han llegado a acuerdos con empresas de ¿alimentación? (hamburguesas industriales y refrescos azucarados) para que estas pongan anuncios en los distintos espacios de sus centros. Incluso en un colegio de Florida los boletines de las notas de los alumnos llevan impreso el logotipo de MacDonalds. Los centros intentan así paliar el grave agujero financiero que dejaron los recortes en educación: el círculo vicioso perfecto.

Afortunadamente aquí en Murcia las cosas son (aún). Existe cada vez más conciencia entre la comunidad educativa y las autoridades de la vital importancia de una alimentación sana entre nuestros niños. Así, los valores nutricionales de los menús de los 30.000 alumnos que comen cada día en los 500 comedores escolares de la región están garantizados por la Consejería de Salud, quien asegura que el 98% de los platos valorados se corresponden con una dieta equilibrada y sana, un porcentaje que en 2015 era solo del 15%. Pero si el problema no está en la escuela… habrá que mirar al hogar, a los hogares, especialmente en los más humildes. Porque la nueva obesidad no está asociada a la opulencia, sino a la pobreza.

 

Sobre el autor

Periodista, crítico gastronómico. Miembro de la Academia de Gastronomía de la Región de Murcia.


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