La plataforma ‘frutodelmar’ se propone promover los productos de los 258 kilómetros del litoral murciano.
«Si yo fuera un extraterrestre que llegara a la Tierra deduciría que el número de especies que hay en el mar es quince. Y es la persecución de esas quince o veinte especies de peces por las que viajamos por todo el mundo y las transportamos a miles de kilómetros por lo que estamos creando tantos problemas ambientales». Esto lo afirmó en el último congreso internacional ‘Entre Mares’ celebrado el pasado mes de Julio Alexandra Cousteau.
La nieta del famoso investigador y naturalista francés sostiene que es muy importante que los cocineros salgan del estrecho marco de esas especies y abran su abanico a otras de procedencia local, hasta ahora no valoradas gastronómicamente y procedentes de la pesca artesanal y que, de paso, aprovechen todo el animal buscando el desperdicio cero. En el fondo es el mismo planteamiento que con los productos terrestres: el valor de lo cercano, del territorio. Y en el mar, el ‘terroir’ es la costa cercana, los sistemas tradicionales de pesca y un conocimiento exhaustivo de los animales que acaban sobre la tabla de cocina. Hace una década la idea de comernos un hígado de rape repugnaba a cualquiera. Hoy es un manjar. En una visita reciente al restaurante Elkano, en Guetaria, probé unas ¡gónadas de dorada a la brasa!, un bocado del tamaño de un botón absolutamente exquisito.
A finales del mes pasado se presentó en la sede de la Consejería de Agricultura, Pesca y Alimentación ‘FrutodelMar’ una plataforma que pone en valor los productos del litoral murciano, de nuestra ‘huerta’ marina. La Región cuenta con 258 kilómetros de línea de costa, un litoral, además, morfológicamente muy heterogéneo y por tanto, contenedor de una alta biodiversidad y que ofrece la guinda de un ecosistema marino único como es el Mar Menor. La actividad pesquera en el litoral regional se remonta a tiempos prehistóricos y por nuestras costas han pasado las grandes civilizaciones de la historia, dejando vestigios de artes tradicionales como las Encañizadas o la Almadraba de la Azohía –una de las dos que se conservan, junto con la de Cádiz. Hoy, son las cofradías de Águilas, Mazarrón, Cartagena y San Pedro del Pinatar-Mar Menor las que gestionan la comercialización de los productos de nuestras costas. Productos de extrema calidad como las sardinas de Mazarrón, la gamba roja de Águilas, el pez espada de Cartagena, la langosta de Cabo de Palos, el atún de Almadraba propio de la Azohía, las doradas y langostinos del Mar menor… Todo ello conforma un patrimonio no solo histórico y gastronómico, sino también cultural, étnico y turístico que debe ser preservado y puesto en valor de manera sostenible.
Pero igual que sucede tierra adentro, para defender los productos del mar, provocar la demanda de especies no sobreexplotadas y poner en valor partes de los animales despreciadas hasta ahora en busca del residuo cero hace falta conocimiento. El conocimiento consuetudinario de los hombres de la mar; el conocimiento procedente de la investigación científica –la biología y la investigación del medio natural tiene mucho que decir aquí–, y el conocimiento de los cocineros que han de aportar su creatividad a estos productos. Un triángulo virtuoso –pescadores, investigadores, cocineros–relevante.
Hay otra línea de actuación muy importante relacionada con los frutos del mar. En la presentación de la plataforma, estuvo presente Galpemur, el Grupo de Acción Local de Pesca y Acuicultura de la Región de Murcia. Su gerente, Inmaculada García, alertó del descenso en el consumo de pescado en España, pese a que sigue siendo el segundo país del mundo. Y Murcia no está entre las comunidades con más consumo de pescado ‘per capita’, ránking dominado por el Cantábrico. Lo más preocupante es que si bien son las personas mayores las que más pescado comen, las que menos, son ¡las parejas jóvenes con hijos pequeños! Si tenemos en cuenta la versatilidad gastronómica del pescado, su accesibilidad (hay pescados muy baratos) y sus beneficios nutricionales como alimentos clave de la dieta mediterránea, parece claro que es necesario cambiar la tendencia. Y eso solo se logra con información y educación.
Dos ámbitos de actuación que deben unirse a medidas como la protección de las artes y modos tradicionales de pesca, la creación de mercados directos que conecten a pescadores con chefs y restauradores, la tematización de entornos pesqueros para su explotación turística que permita a esos productores obtener ingresos adicionales que les permitan continuar con su actividad, la realización de programas públicos y privados de visitas formativas a entornos marinos y costeros… y una buena coordinación entre las consejerías de Agricultura, Pesca y Alimentación; Educación, y Turismo.