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Carlos Escobar

Música inesperada

La mirada cromática (II)

Vorspiel

 

Hace unos minutos estaba al piano con la partitura de la ópera Tristán e Isolda. Debajo de la palabra Vorspiel (Preludio) el maestro indica Langsam und schmachtend, es decir, “despacio y languideciendo” , en un compás de 6 por 8. Las primeras cinco notas forman una bella frase cromática y descendente del violonchelo que traduce el decaimiento al que invita el maestro.

Me levanto del piano y aún con la partitura abierta, no consigo imaginar con exactitud lo que mis oídos acaban de escuchar. Hay pocas cosas más emocionantes que hablar de la música de Richard Wagner y especialmente de Tristán e Isolda. Baudelaire opinaba que las obras de este creador, en tanto que son música verdadera, sugieren ideas análogas en cerebros diferentes. Posiblemente esto sea cierto, ya que el compositor manejaba con maestría la armonía y la orquestación al servicio de la descripción del interior de la naturaleza humana.

Bryan Magee en su libro Aspectos sobre Wagner afirma que las óperas wagnerianas son auténticos manuales animados de psicoanálisis y lo justifica equiparando la melodía musical a la voz del Yo y la armonía orquestal a la voz del Ello, lo que explica la tremenda inquietud que genera esta música en el oyente.

Hoy contamos con el apoyo del vídeo adjunto en el que el director Zubin Mehta dirige a la Bayerisches Staatsorchester en el National Theatre de Munich. Me gustaría que lo escucharan con tranquilidad y se dejaran llevar por esta música.

En los primeros compases del Preludio el protagonismo es de los violonchelos. Su melodía cromática es inmediatamente contestada por una frase ascendente del oboe (0:12 a 0:23) completando el encantamiento en el que Wagner nos sumerge.

Si prestan la máxima atención a lo que ocurre entre 0:12 a 0:16 (que luego se repite modificado entre 0:38 y 0:42 y más tarde entre 1:16 y 1:19) escucharán el famoso y enigmático acorde de Tristán compuesto por las notas Fa-Si-Do sostenido-Sol sostenido tocadas simultáneamente.

Mucho se ha escrito sobre este acorde mágico, hasta el punto que hay seguidores y detractores de teorías dispares y basadas en complejos argumentos teóricos de armonía. Yo personalmente, prefiero pensar que Wagner hace uso del cromatismo con el único fin de reflejar la compleja psique de sus personajes, en cuyo interior encontramos contenidos reprimidos y altamente cargados de emociones, lo que tiene un efecto inquietante como opina Magee. Por ello, el acorde de Tristán resulta tan misterioso e incomprensible a nuestros oídos.

Volvamos a la partitura y al vídeo. Hemos escuchado la magia con la que nos introduce el violonchelo y cómo a partir del acorde de Tristán (0:12) contesta el oboe. La segunda vez que escuchamos al chelo, la respuesta es una melodía ascendente del clarinete, y a la tercera pregunta formulada por el instrumento de cuerda, de nuevo es el oboe el que contesta, seguido de una réplica en eco de la flauta (1:19).

Tras una pausa muy breve, los violines (1:33) y las maderas (1:38), prolongan en pianissimo la resonancia de las flautas y, de repente, se incrementa el volumen orquestal hacia el clímax amoroso, leitmotive que lideran los violines (1:43).

Lo que sucede a continuación es de una belleza sublime y lo dejaremos para el próximo post. Se trata del motivo de la mirada expresado con delicadeza por los violonchelos (1:52 a 2:21). Pero ustedes ya tienen desde este momento la libertad de escucharlo y disfrutarlo, así como el resto del preludio.

…continuará….

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por Carlos Escobar

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