Esta semana les propongo el análisis de una obra de arte escrita por un joven músico de tan sólo dieciocho años. Se trata del Lied Der Erlkönig de Franz Schubert (1797-1828) compuesta para voz y piano sobre un texto de Johann Wolfgang von Goethe, datado en 1778 e inspirado en la mitología danesa. Es decir, cuando se escribe el poema, todavía no había nacido el compositor que lo envolvió y engrandeció con su genial música.
Schubert enriqueció tanto las palabras originales de Goethe aplicando su maestría en la melodía, ritmo y armonía, que la obra solo está a la altura interpretativa de cantantes y pianista de alto nivel, a diferencia de lo que ocurre con otros Lieder del maestro vienés. Esto es consecuencia de sus amplios conocimientos sobre la voz humana (desde niño perteneció a un coro) y de ser una composición que revisó hasta tres veces antes de su publicación definitiva.
La balada de Goethe nos cuenta la trágica y desesperada cabalgata de un padre que lleva consigo a un hijo muy enfermo con alucinaciones, por un bosque oscuro y tenebroso. A lo largo del angustioso recorrido, el padre trata de calmar al niño, que dice ver y escuchar a un extraño espíritu maligno (Erlkönig o rey de los elfos) que amenaza la salud del pequeño que finalmente fallece al llegar a la granja familiar.
Los cuatro personajes de la historia son interpretados por la misma voz y son: el narrador imparcial, el desesperado padre, el aterrado niño y el seguro de sí mismo, rey de los elfos. Cada uno de ellos tiene una tonalidad, un rango vocal y un ritmo muy bien definidos en esta balada de carácter tan dialogante.
La música de Schubert incrementa el protagonismo de un quinto personaje, el caballo. El galope del corcel se percibe en el Allegro por el ritmo obstinado de tresillos (mano izquierda del piano) que traducen la intensidad y la urgencia con la que el padre trata de llegar al hogar familiar. El ritmo también es crucial cuando habla el Erlkönig, ya que imprime a la pieza un cierto carácter danzante, con disonancias en el piano.
En cuanto a la tonalidad, el modo menor es el que Schubert asigna al narrador y al niño, que cada vez que interviene lo hace con un tono más agudo. El padre canta entre tonalidadess mayor y menores, reflejando su estado fuera de control, mientras que el Erlkönig, el amenazante espíritu del bosque, lo hace en varias tonalidades mayores.
Al final del Lied, los dos personajes llegan al hogar y la voz del narrador se agita con notas ascendentes que culminan en la palabra “ächzende” (“gimiendo”). El ritmo del piano se enlentece hasta detenerse, lo que tiene un gran efecto dramático al dibujar la sensación de vacío y de tristeza que experimenta un impotente padre ante el esfuerzo realizado.
La muerte es uno de los temas más tratados por Schubert, pero el hecho de que en su juventud se viese presionado por su padre, un maestro de escuela que pretendía que él siguiera sus pasos, hace interesante la interpretación de que la obra simboliza el paso de la infancia inocente hacia la pubertad.
Según esto, la historia de la balada reflejaría los desesperantes intentos del padre para evitar que el chico despierte a la pubertad, representada por el reino del espíritu del bosque donde habitan las fantasías sexuales. La muerte significaría el final de la infancia y el paso al mundo de los adultos. El padre intentaría evitar este cambio natural, intentando llevar sin éxito al hijo a casa. Finalmente, el niño delirante sucumbe ante el poder de seducción del Erlkönig y experimenta el cambio madurativo. El último verbo que aparece en el texto está en pasado simple (“war tot”, “estaba muerto”) a diferencia del resto de verbos del poema que están en presente, lo que podría resaltar este paso de niño a hombre.
Der Erlkönig de Franz Schubert ha sido transcrita por otros célebres músicos en versión para piano solo (Franz Liszt), voz y orquesta (Hector Berlioz) o violín solo (Heinrich Wilhelm Ernst). Espero que sientan ustedes por este Lied el mismo entusiasmo que despertó en estos grandes compositores.
Texto:
(Narrador) ¿Quién cabalga tan tarde a través del viento y la noche?
Es un padre con su hijo. Tiene al pequeño en su brazo. Lo lleva seguro en su tibio regazo.
(Padre) “Hijo mío ¿Por qué escondes tu rostro asustado?”
(Hijo) “¿No ves, padre, al Rey Elfo?
(Padre) ¿El Rey de los Elfos con corona y manto? Hijo mío es el rastro de la neblina.
(Erlkönig) ¡Dulce niño ven conmigo! Jugaré maravillosos juegos contigo;
Muchas encantadoras flores están en la orilla, Mi madre tiene muchas prendas doradas.
(Hijo) Padre mío, padre mío ¿no oyes lo que el Rey de los Elfos me promete?
(Padre) Calma, mantén la calma hijo mío; El viento mueve las hojas secas.
(Erlkönig) ¿No vienes conmigo buen niño? Mis hijas te atenderán bien;
Mis hijas hacen su danza nocturna, Y ellas te arrullarán y bailarán para que duermas.
(Hijo) Padre mío, padre mío ¿no ves acaso ahí, a las hijas del Rey de los Elfos en ese lugar oscuro?
(Padre) Hijo mío, hijo mío, claro que lo veo: Son los árboles de sauce grises.
(Erlkönig) Te amo; me encanta tu hermosa figura; Y si no haces caso usaré la fuerza.
(Hijo) ¡Padre mío, padre mío, ahora me toca! ¡El Rey de los Elfos me ha herido!
(Narrador) El padre tiembla y cabalga más aprisa, Lleva al niño que gime en sus brazos,
Llega a la granja con muchos esfuerzos y urgencia; En sus brazos el niño estaba muerto.