Escribía sobre ella y su familia este verano, denominé a aquel post ‘Un huracán y una mariposa’. Hace poco me enviaron este mensaje:
“Hola Isabel, ayer nos enteramos, a través de tu hermana, de que habías escrito de nosotros en el blog; “Un huracán y una mariposa”. Acabamos de leerlo y nos ha gustado mucho, ha sido muy emotivo, parece como si hubiera pasado mucho tiempo desde que estuvimos hablando y es porque en estas circunstancias el tiempo pasa muy lento. Este martes 11 de octubre me toca ya la última sesión (gracias a Dios o a lo que sea), la espero con mucha ilusión y como siempre con miedo, aunque ese miedo seguro que será menor gracias a la pequeña luz que empieza asomarse en el horizonte.
Aquellos taconazos que me viste en su momento he llegado a ponérmelos varias veces ja, ja, lo que si he perdido ha sido el tipazo (ayer ya casi no me subían mis pantalones vaqueros….que desmoralización), pero bueno no me puedo quejar. El proceso de la quimio ha sido muy duro, fisicamente para mí y psicológicamente para todos, muchos ríos de lágrimas han corrido pero siempre arropados con un inmenso amor que es el que ha sido el que nos ha mantenido en pie y nos ha hecho seguir luchando.
Y aunque han habido muchos días malos en los que no he tenido ni fuerzas para respirar, cuando ha pasado el huracán también han llegado días en los que he recuperado casi todas las fuerzas y he podido incluso hacer natación.
De todas las cosas que pasan en la vida, hemos de procurar sacar siempre algo bueno. En mi caso, he de decirte que me siento orgullosa de mí misma por como llevé la caida del pelo. Como a todas, me traumatizaba la llegada de ese momento, no quería ni imaginármelo porque el simple hecho de pensarlo me ponía mala pero…….el momento llegó, aquello ya no se podía sostener más ni física ni psicológicamente. Con paso firme me dirigí al baño, a mi marido, con la moto de pelar en la mano, le temblaban las piernas, agarré unas tijeras y empecé a darme tijeretazos aunque la gran mayoría del pelo se caía con un simple tirón. Me miraba en el espejo mientras lo hacía y sentía que para poder pasar todo este trance tenía que ser yo la que me lo cortara hasta la raíz. Lo hice sin vacilar y sobre todo sin que me cayera ni una lágrima, descubrí dentro de mí una fuerza y una entereza que hasta ese momento no sabía que pudiera tener. Me quité de encima una gran losa que me oprimía. Actualmente, en la fase en la que estoy, vivo muy ilusionada pensando que ya me queda poco para que vuelva a nacer.
MUCHAS GRACIAS POR AQUEL DIA, lo hemos revivido muchas veces y siempre ha sido un punto de referencia para saber que la vida poco a poco vuelve a normalizarse.
Un abrazo muy fuerte de parte de los dos y que seas muy feliz.”
Publicado con su autorización. La vida sigue, y todo pasa. Os deseo mucha felicidad.