Las crisis económicas suelen ser un termómetro fiable de la fortaleza de un país y de la grandeza de los pueblos: las depresiones las provocan siempre los poderosos pero las sufren los sectores más desprotegidos. En España la crisis nos ha acompañado casi siempre, ha sido compañera nuestra en demasiados momentos de nuestra historia más reciente, y ha evidenciado tras muchos ensayos políticos que nuestras clases dirigentes no siempre saben estar a la altura de nuestra fuerza como nación y de la vitalidad de una sociedad que ha aprendido a caminar sin guía.
Resulta evidente que en algún momento de nuestra historia los ciudadanos comprendieron que había que articular determinadas inquietudes, canalizar ciertos esfuerzos y cubrir muchos vacíos creando asociaciones que hiciesen posible desarrollar iniciativas sociales, económicas y culturales olvidadas por los poderes públicos. Hoy en día nuestra región, tan poco mimada por las administraciones, es un modelo de organización asociativa y cooperativista en terrenos muy diversos, un ejemplo de la lucha de un pueblo por romper sus cadenas y luchar contra una crisis que en nuestra tierra es cíclica, pero también estructural.
Dentro de esta realidad antes apuntada destaca en el ámbito autonómico un ente: la Federación de Bandas de Música, dirigida con perseverancia y mimo por la directiva encabezada por la cartagenera de Pozo Estrecho Ginesa Zamora, perteneciente desde su niñez a la centenaria banda de música de su pueblo galileo. Ella es la cabeza visible de un colectivo de 40 bandas de música de todos los puntos de la Región, que integra a miles de músicos y educandos y que da empleo de forma legal a mas de doscientos profesores y directores de banda, llevando la alegría y dando color a nuestras fiestas y nuestras tradiciones y, lo más importante, creando cultura y dando a miles de personas de diferentes edades una formación que va más allá de lo puramente educativo.
La dimensión social, educativa y cultural del movimiento musical en la Región (analizada y cuantificada con rigor en estudios recientes de las universidades públicas) no puede hacer olvidar la problemática que muchas de estas bandas, asociaciones musicales y escuelas de música tienen desde hace años y cada día:
a) De tipo administrativo. Debido a la falta de validación oficial de los estudios que se imparten en las escuelas de música, a pesar de que en sus aulas se forman los músicos más cualificados.
b) De carácter económico. Insuficientes recursos para atender una demanda creciente en localidades donde no existe conservatorio. Falta de uniformidad y regulación de las ayudas económicas.
c) Burocráticas. Alta exigencia a gestores musicales no profesionales en terrenos de gestión empresarial: regulación laboral, hacienda y administración contable.
d) Organizativas. Falta de espacios para docencia y ensayo. Falta de festivales, conciertos, encuentros y certámenes musicales.
e) Educativas y laborales. Escasa presencia de la Música en los currículos oficiales y precariedad laboral.
La realidad práctica nos hace concluir que este importante colectivo (entre profesores, músicos, educandos y familias unas 40.000 personas), esta relevante fuerza de la cultura regional, corre un peligro cierto de desaparición si no se arbitran las medidas legales y económicas para hacer posible una nueva realidad basada en los siguientes pilares:
a) Asistencia económica, material y de asesoramiento a las escuelas y asociaciones musicales.
b) Validación de títulos académicos.
c) Declaración de las bandas de música como bienes de interés cultural, siendo tratadas legalmente como un bien patrimonial.
d) Crear las condiciones materiales y legales para que los músicos de carrera tengan un futuro laboral cierto y el prestigio que merecen sus esfuerzos.
La música ha sido, fue siempre y será un bien permanente y duradero, un lenguaje universal que en nuestros pueblos y en nuestras ciudades fue expresado de forma especial por las bandas de música, y deben los poderes públicos y el capital privado contribuir a su permanencia y a su reconocimiento público por el bien social que hacen y por su labor centenaria en pro del mantenimiento de nuestras tradiciones.
Francisco José Franco Fernández, Cronista Oficial de Cartagena, Académico c. de Alfonso X “El Sabio”.