La red de relaciones que constituye la música es muy compleja y significativa. Como seres humanos, somos seres sociales, y toda vida social (independientemente al género al que pertenezcamos) está impregnada de música desde el momento en que nacemos. La historia de las mujeres, se ha centrado fundamentalmente en hacer visible lo que se había ocultado durante años, dando voz a dicho silencio. Para ello, ha sido necesario poner el centro de nuestra atención en las manifestaciones que la cultura patriarcal ignoró y no reconsideró.
En términos generales, las mujeres (sobre todo cuando nos estamos refiriendo a la música culta), han estado discriminadas y su figura además se ha visto oculta y devaluada a favor del sexo masculino. Durante siglos la mujer ni tuvo los medios necesarios ni una formación académica adecuada para su óptimo desarrollo y crecimiento personal e intelectual.
La historia de la música ha mantenido al margen a un gran número de mujeres que se han dedicado a la música. Este prejuicio cultural se ha transmitido de generación en generación y ha dañado gravemente el sexo femenino. El peso de la cultura, tan importante en muchas de nuestras decisiones vitales, ha condicionado a las mujeres en ciertas ocasiones. Así, pocos compositoras están incluidos en los manuales musicales de nuestras instituciones educativas (escuelas, universidades, conservatorios…). Los docentes tienen un gran reto entre manos ya que pueden ayudar a que esta situación cambie. Los alumnos son protagonistas en este proceso de cambio y pueden cambiar esta realidad androcéntrica en la cual las mujeres son casi inexistentes en determinados campos musicales.
Es complicado identificar cuáles son los prejuicios y estereotipos de género en la educación musical. Por ello: Es necesario investigar conjuntamente en el currículum oculto de la educación musical que se ofrece en colegios, escuelas de música, conservatorios…para poder activar acciones coherentes y que el alumnado sea consecuentemente capaz de ser crítico con las construcciones de género que él/ella mismo hace del entorno que le rodean y que se sienta partícipe en el proceso de enseñanza – aprendizaje, viendo que sus necesidades, opiniones y valoraciones se tienen en cuenta. Es necesario conocer las controversias, discursos, ideologías y significados musicales existentes para así poder investigar sobre sus posibles consecuencias (Castro, 2007: 231-243).
¿Por qué el número de compositoras es menor al de compositores o hay relativamente pocas mujeres que toquen el saxo, la batería o se dediquen al jazz? ¿Por qué se presume tan a menudo de la existencia de músicas que rezuman esencialismos nacionalistas? ¿Por qué unas músicas se codean con el whisky de importación mientras otras lo hacen preferentemente con el vino de misa, los chatos baratos o la botella de cerveza? Creo que son cuestiones que más de un melómano, sin que tenga que considerarse musicólogo, antropólogo o sociólogo se habrá hecho alguna vez. Y de hecho, son cuestiones que sin duda conciernen a la musicología, a la antropología y a la sociología. Si por una parte parece claro que para todo aquel que se interese por la música como fenómeno sociocultural, resulta pertinente plantearse estas problemáticas, no siempre se es consciente de que las tres cuestiones mencionadas, a pesar de su diversificación aparente, tienen como base común: los procesos de creación de categorías sociales a partir de las cuales entendemos nuestra realidad, y que tienen, entre otras, la importante función de regular las relaciones entre individuos.
Los cambios sociales y consecuentemente de pensamiento, además del hecho que cada vez más se contemple la «igualdad de género» (igualdad entre sexos), ha producido cambios importantes en la sociedad y en el modo de pensar de ésta. Es cierto también que las políticas de igualdad que se aplican no son las mismas en todos los países.
Las mujeres que se dedican a la música en la actualidad son testigos directos de que algunos de los estereotipos han sido (o están siendo) «desmontados» paulatinamente. De este modo poco a poco se está generando un gran número de mujeres-modelo donde verse reflejadas y con quien identificarse. No obstante, existe la convicción o creencia que en el siglo en que vivimos ya no hay discriminación por razón de sexo. Ello implicaría que hombres y mujeres tenemos los mismos derechos y estamos por tanto en condición de igualdad, pero en realidad no es así. Esto no quiere decir (como ya hemos comentado) que no haya habido un número suficiente de mujeres que se dedicaran a la música a lo largo de la historia, sino que muchas de ellas fueron marginadas socialmente, haciendo que la labor de éstas fuera «invisible». Lo que está tratando de hacer la historia es la construcción de una historia de la música, (incluyendo en ésta la vida y obras de mujeres) contra la Historia de la Música que ha llegado hasta nuestros días. No obstante, y a pesar de que en la actualidad contamos con una mayor bibliografía de mujeres que eran fantásticas intérpretes y compositoras musicales, es necesario no centrarse solamente en su biografía. Así pues, es de capital importancia partir de sus creaciones musicales. Es decir, describir cual es la forma, el fraseo, analizar la armonía de sus piezas…y no adecuarse tan solo a patrones masculinos. No sería del todo cierto atribuir la creación de ciertos estereotipos a las dificultades a las que se han enfrentado las mujeres compositoras y directoras de orquesta, pero no debemos olvidar que tales prejuicios existieron y que debemos continuar luchando para que no sigan existiendo estas diferencias de género a pesar del camino que se ha logrado recorrer. La cultura de una sociedad, en este caso la Española, es el espejo en el que la sociedad de mira a sí misma. Por ello, todas esas mujeres creadoras que busquen modelos de referencia se darán cuenta rápidamente de esta carencia y falta de presencia. Esta situación, no hace más que perpetuar estereotipos, hábitos y actitudes y no igualitarias. Teniendo en cuenta cuál es la situación en la que se encuentra la mujer, son necesarias medidas e impulsos para renovar y desechar viejos estereotipos generando una nueva atmósfera renovada para las generaciones futuras facilitando de este modo el camino (tan poco transitado) a aquellas mujeres que elijan el mundo de la dirección orquestal. Además de las discriminaciones a nivel laboral y el denominado «techo de cristal» (íntimamente vinculado con labores como la maternidad, las tareas domésticas, la conciliación de la vida laboral y familiar…), a las mujeres que desarrollan su carrera en el ámbito artístico les falta referentes femeninos a los cuales apoyarse. Aunque el sexo masculino ha asimilado progresivamente el hecho de compartir las tareas del hogar durante el último cuarto de siglo, la mujer continúa asumiendo la carga principal. Además, las mujeres que forman una familia tienen más restricciones en viajar y reubicarse que los hombres en una situación similar. La sociedad todavía no es ve con buenos ojos el hecho que una mujer por cuestiones de trabajo tenga que ausentarse unos días, semanas o meses mientras que esta situación sí es aceptada y/o asimilada (al menos de mejor modo) cuando lo hace un hombre. Las mujeres están presentes en todas las carreras universitarias que se ofrecen en nuestro país. No puede cuestionar su capacidad para ejercer las actividades profesionales en los diferentes ámbitos (ni mucho menos en la composición y dirección orquestal). Así entonces, continuemos luchando por una igualdad de derechos que esperamos algún día pueda alcanzarse plenamente.
Margarita Guirao Zapata.