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Federación de Bandas de Música de la Región de Murcia

Domingo de Clásico.

Este pasado domingo era uno de esos día que medio país se paraliza para disfrutar, o sufrir, el tan nombrado “clásico”. Un domingo donde dos aficiones se enfrentan en la grada, en casa o por la calle, mientras otros pocos deslumbran con su “arte” intentando ser mejor que el otro.

Que triste sería que “El Clásico”, esas dos palabras tan escuchadas estos días, no tuviera otro significado más allá de la rivalidad, la bronca en las tertulias y al final, un ganador y un perdedor. Afortunadamente, en el altiplano, quizá por aquello de la altura o la lejanía con el resto de la humanidad, hemos encontrado un nuevo significado a esas palabras. A nuestra manera, con nuestro deporte, pero también tuvimos nuestro particular “clásico”.

A las 12 del medio día, con una puntualidad exquisita, salían al terreno de juego los primero jugadores, el equipo juvenil jumillano. El speaker del espectáculo, la compañera y amiga Cecilia Ortuño, comenzaba su intervención con una bonita frase, “las casualidades si existen”, y su razón tenía. ¿Qué es, sino una casualidad, que en el mismo día que dos rivales históricos se citan para su batalla, dos vecinos amigos se unan para disfrutar de su pasión?

Tras la presentación protocolaria de los jugadores, daba comienzo la primera parte de nuestro “clásico”. Un partido sin equipo local, pues ambos fueron visitantes en la catedral musical de Murcia. Pese a ser conjuntos formados por canteranos, las influencias de otros mercados se hicieron notar. En los primeros compases, los aires italianos de “La Traviata” dejaron paso a las jugadas más locales, ideadas por el Maestro Santos o por la joven promesa local Pablo López, no el cantante, sino el artista hacedor de historias basadas en la tradición popular jumillana, saltando al campo “El Peliciego”, conocido bandolero de la zona y fichado por el equipo en fechas recientes.

Sorprendentemente, a cada pase, cada jugada, cada esfuerzo, las aficiones respondían con ovaciones, vítores y aplausos, sin importar el origen de cada una de ellas, porque simplemente vinieron a disfrutar del juego.

Tras el esfuerzo del primer tiempo, no sin alguna baja por desfallecimiento, llegaba el descanso. La hora del bocata donde el numeroso público asistente, entre bocado y bocado, debatía por los pasillos la estrategia, el juego y el resultado de lo visto en los primeros 45 minutos.

En la reanudación, era el turno del equipo juvenil yeclano. Los jóvenes jugadores tomaron posiciones en el terreno de juego y se dispusieron a deleitarnos con todo lo trabajado en sus entrenamientos en los últimos meses. Su entrenador, ordenaba desde la banda las jugadas y ellos, obedientes y disciplinados, seguían sus instrucciones. “Hemos venido a disfrutar, el resultado no importa”, o “venga chicos, a divertirnos” son alguna de las arengas que se oían para motivar a los jugadores. Tácticas básicas, basadas en las mejores escuelas, pero efectivas y que se quedan en la memoria de los jugadores para hacerles mejores día a día.

Todos disfrutamos, jugadores, entrenadores y público, al punto de llegar a corear todos juntos cánticos de alegría e ilusión, lejos de reproches y rimas obscenas. Al son de una guajira, recordando a la gran Celia Cruz, Guantanamera resonaba, bastante afinada por cierto, en la catedral de la Música murciana.

Como todo partido que se precie, también fue importante el tercer tiempo, donde jugadores y aficiones de ambos equipos terminaron la jornada en una comida de amigos, sin vencedores ni vencidos, sin rencores ni otros artificios.

Decía la amiga Cecilia que “las casualidades existen”, y su razón tenía, o quizá no. Si, es una casualidad que un concierto se pueda asemejar tanto a un partido de fútbol, pero hasta ahí. No tiene nada de casual que sean las bandas de música de Jumilla y Yecla las que conviertan “El Clásico” en una jornada de convivencia y disfrute, sin importar colores, orígenes o sentimientos. No es casualidad que David Piqueras, director de la banda juvenil de jumilla sea discípulo de Ángel Hernández, director de la banda escuela yeclana. Tampoco tiene nada que ver con el azar que el Auditorio Victor Villegas de Murcia presentara una de las mejores entradas del ciclo “Bandas en el Auditorio”.

Tras el concierto del pasado domingo se me pidió que realizara un artículo sobre el maravilloso concierto que estas dos jóvenes bandas nos ofrecieron, perdonadme si he cambiado el rumbo y os he contado otra cosa. Sin duda, el concierto fue espectacular, quienes estuvimos lo sabemos, poco os podría transmitir en estas líneas, la verdad. La próxima vez, animaos a vivirlo en directo. Pero lo más espectacular es sin duda lo que “una casualidad” ha conseguido en esta tierra llamada altiplano. Jumilla y Yecla siempre han tenido esa rivalidad entre pueblos, tan típica de las ciudades vecinas aunque, afortunadamente, en ocasiones esa rivalidad se ha olvidado o directamente nunca ha existido. No importa nombre, instrumento o nivel, todos somos parte de una misma entidad mucho más grande que nuestras respectivas asociaciones. Respetar la Música nos ha llevado a respetarnos entre nosotros y que las victorias de unos y otros las sintamos como propias y viceversa. Sólo así se entiende que el domingo, el resultado del “clásico” nos importara bien poco. Todos ganamos y nadie perdió.

Al final le daré la razón a Cecilia, las casualidades exiten, sí, pero se llaman Ángel, David… y tantos y tantos que nos enseñan que el amor a la música, nos hace mejores a todos.

Unos tienen a Messi, Isco o Benzemá. Nosotros tenemos acordes, compases y ritmo, que juntos hacen mejor equipo, sin duda.

Juan Martínez Lencina
Músico de Banda.

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