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Federación de Bandas de Música de la Región de Murcia

La banda de Ginesa

No recuerdo cómo conocí a Ginesa Zamora, pero probablemente fue cuando, con motivo de la petición de un instituto para Pozo Estrecho, me presenté allí a negociar cara a cara con los peticionarios. A pesar de su recelo inicial, a medida que fuimos negociando fue estableciéndose un clima de mayor confianza mutua y, tras varias reuniones, llegamos a un acuerdo que, cosa curiosa, logré cumplir. En aquel éxito jugó un papel importante, entre otros vecinos, la citada Ginesa, bajo cuya desarmadora sencillez ocultaba un historial tan notable como generoso. Tras conseguir su título de maestra nunca había dejado de estudiar, acumulando sendas licenciaturas en Historia y en Educación junto con diplomas complementarios en Antropología y Teología. Dedicada a la docencia, había encontrado tiempo y energía para ayudar como catequista, ejercer de secretaria del Consejo Rector de la caja rural y actuar como dirigente de la asociación de amas de casa y de la de vecinos de Pozo Estrecho. Con gente así, nuestra Región salía adelante.

Cuando me invitó a la fiesta de las pelotas de Pozo Estrecho, una apurada Ginesa repartió su tiempo entre cocinar en una gigantesca perola el sabroso guiso, atender debidamente a la entonces alcaldesa Pilar Barreiro y prestarme alguna atención, pero sacó tiempo suficiente para convencerme de la importancia de su Asociación Artística Santa Cecilia, banda musical de Pozo Estrecho. A la vista de sus datos, los expertos de la Consejería iniciaron la construcción de un conservatorio elemental en Pozo Estrecho (además del instituto) y lo mismo hicimos en otros pueblos de la región. Había dinero y voluntad, como se pudo comprobar en la fuerte inversión en construcciones escolares y culturales que hicimos al amparo de un gran pacto con los sindicatos y demás agentes sociales.

Estudiando el tema aprendí que había una Federación de Bandas desde 1983, cuyos estatutos fueron aprobados en junio de 1984. La constituyeron ocho bandas de otros tantos pueblos, dispersos por toda la geografía regional, desde Jumilla al Mar Menor y desde Águilas al límite con Alicante. Bajo el patrocinio de la Dirección General de Cultura de la CARM y del Ayuntamiento de Murcia, organizó una serie de conciertos, protagonizando un inapreciable papel difusor de la cultura musical entre los paisanos, así como de embajador de esa rama artística más allá de la Región. La Federación empezó a crecer a partir de 2002 y en la actualidad la conforman 40 bandas, con unos 5.000 músicos federados, habiendo además unas 10 bandas no federadas. Muchas de ellas operan como escuelas de música, contando con 320 profesores a tiempo completo, equivalentes a 100 a tiempo parcial, que entrenan y enseñan a unos 10.000 alumnos. Aglutinando a unas 40.000 personas, las bandas constituyen una cantera musical de primer orden, siendo el germen de talentos musicales que luego pasan a los conservatorios. A eso hay que añadir su filantrópica labor en auxilio de toda clase de colectivos desfavorecidos y de ancianos, regalando conciertos gratuitos en sus agrupaciones y residencias. Según un estudio de la UPCT, cada año dan unos 60 conciertos orquestales, unos 500 de bandas, unos 300 pasacalles y unas 500 procesiones. No es escaso fruto.

Esas bandas viven de las magras cuotas de sus alumnos, algunas ayudas de la Comunidad Autónoma y, sobre todo, de los convenios con sus ayuntamientos, a cambio de los cuales dan ciclos de conciertos en los pueblos. Aunque en mi etapa como consejero iniciamos un proyecto legal para conferir a las bandas un doble aspecto de entidades culturales y educativas, que ambas cosas son, no dio tiempo a culminarlo, pues dejé de ser consejero en 2008. El tiempo pasó y la dichosa norma siguió en el limbo de los proyectos. Por fin, siendo ya presidente López Miras, en 2019 se aprobó la Ley de Música de la Región de Murcia. Entre las diez entidades del consejo asesor musical creado por esa ley figura la Federación de Bandas. Un acierto, pero insuficiente: sería conveniente además que, entre las subvenciones anuales que se prevén, se incluya una línea dedicada expresamente a las bandas, que son asociaciones sin ánimo de lucro, y cuyas labores artísticas, sociales, docentes y benéficas están de sobra comprobadas. Por otra parte, sería importante tener muy presente su labor educativa, por lo que, sin renunciar a la vieja idea de elevarlas a la categoría de Bien de Interés Cultural, habría que vincularlas complementariamente a la Consejería de Educación, que, en mi opinión, podría establecer acuerdos con la Federación de Bandas con el objetivo de ayudar a sufragar sus siempre precarios presupuestos. No serían necesarias grandes cantidades, pues su presupuesto conjunto anual no llega a los 4 millones de euros y en buena medida están cubiertos por las fuentes de ingresos antes citadas. Un pequeño esfuerzo adicional sería óptimo.

Juan Ramón Medina Precioso.
Exconsejero de Educación y Exrector de la UPCT.

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