Hace ya algo más de 25 años, allá por noviembre de 1999, tuve el enorme placer de participar por tercera vez en el IX Certamen Nacional de Bandas de Música de la Región de Murcia en calidad de percusionista con una banda murciana, la Asociación Musical Maestro Eugenio Calderón de Mazarrón. Fue una experiencia muy enriquecedora, puesto que conocí un grupo entusiasta de jóvenes músicos ilusionados, trabajadores, estudiantes de música guiados por un gran director, un magnífico presidente, una directiva férrea y unos profesores que realizaban una labor impecable y con la siempre atenta mirada de unas madres y padres entregados a la causa; lo que no importaba era el premio, sino la educación, la formación y el estímulo de sus hijos.
Recuerdo que hacía un año que había finalizado mis estudios superiores de Percusión y estaba preparando oposiciones, a la vez que continuaba mis estudios superiores de contrapunto, cursos de dirección de orquesta y la licenciatura de Filología Hispánica, por lo que me apasionaba el colaborar en este tipo de competiciones y podía aportar mi granito de arena desde el atril. Hicimos varios ensayos con esta emprendedora agrupación, tanto seccionales como de conjunto e iba conociendo cada vez más la gran tradición que había en Murcia. Siendo alicantino y bajo las fuertes influencias de tradición familiar, estos pequeños desafíos incrementaban mi pasión a lo largo de la geografía española, incluso como abanderado en mis tiempos mozos, viviendo el ambiente desde dentro o como tribunal en varias ocasiones aquí en Murcia, ya en mi época actual como oficial músico.
Me es grato recordar como instrumentista la organización del instrumental de Percusión, el estudio individual de la obra, la lectura de la misma con toda la banda, los ensayos parciales, los posibles arreglos para que toda la sección pudiera participar en el certamen, dependiendo a veces del número de participantes según la sección; los conciertos antes del certamen a modo de ensayo para probar el resultado del pasodoble, de la siempre expectante obra obligada o la ilusionante obra libre y como no los prolegómenos a los ensayos; los ratos vividos con la sección instrumental, con los profesores de Percusión, el resto de profesores e instrumentistas de la banda o aportando mi formación al resto de instrumentistas o finalmente las vivencias con los familiares e instrumentistas. Además, las comidas o cenas previas al ensayo acentuaban el grado de convivencia con los componentes, familiares, simpatizantes de la banda y corporación municipal, perfeccionando inherentemente en la afinación, calidad sonora y dinámicas, la calidad artística de la interpretación y finalmente la precisión rítmica; todo hacía que fuera una experiencia inolvidable. Recuerdo que el resultado fue muy positivo.
Una vez que finalizamos nuestra interpretación en el Teatro Romea, templo de las artes murcianas, tuve el placer de conocer a la actual y flamante presidenta de la Federación de Bandas, Ginesa Zamora Saura y a una persona incansable que nos dejó el pasado domingo 3 de agosto, Emilio Martínez Pérez, Teniente en la Reserva del Cuerpo de Músicas Militares, especialidad clarinete y que me decía: maestro, esa sección de percusión ha sonado genial junto con la banda de Mazarrón. Abrumado y contento con el resultado, le daba las gracias por sus alentadoras y gratificantes observaciones.
Emilio, caravaqueño y muy vinculado a su ciudad con la fuerza y el talante de un músico de esta emblemática ciudad, era un luchador altruista en el noble arte de la Música. Perteneció muchísimos años a la Unidad de Música de la Academia General del Aire y del Espacio, de la que casualmente soy el actual director de la misma; fue presidente de la Banda de San Pedro del Pinatar durante 17 años y directivo de la Federación de Bandas de Música de Murcia durante más de 15 años, ocupando distintos cargos. Todo el personal que lo conocía en el Centro Docente Militar de Formación hablaba maravillas de Emilio; estaba siempre para todos y en cuanto tuve el placer de conocerlo, puesto que no se había desligado de la Academia, colaboró varias veces con nosotros estando en la reserva, demostrando toda su operatividad y humanidad en varios segundos. Actualmente, uno de sus hijos, el brillante Brigada Músico Bartolomé Emilio Martínez García, está destinado con nosotros. Como decimos en las Fuerzas Armadas, la muerte no es el final querido Emilio, como tantas y tantas veces has interpretado esta pieza con tu clarinete y tanto has aportado a las bandas de la región y a este tipo de actividades muy enriquecedoras, seguro que nos seguirás alentando desde lo más alto. Muchas gracias por tus servicios prestados.
Finalmente quería animar a la Federación de Bandas a que sigan organizando estas actividades y a las bandas de Murcia y del resto de la geografía a que participen. Sigamos el ejemplo del considerado Teniente en la reserva Emilio Martínez y porqué no en breve organizar ya la XXX edición.
José Manuel Castelló Sánchez
Comandante Músico