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Federación de Bandas de Música de la Región de Murcia

SOS Música

En estos tiempos de agitación coronavírica, muchos colectivos han demostrado su valía, su utilidad, su humanidad. Ahí están los ejemplos de los sanitarios y sanitarias, o el caso del profesorado, los trabajadores de la agricultura, las industrias esenciales, supermercados y negocios de alimentación y un largo etcétera. Horas, días, semanas, ya meses trabajando sin descanso. Porque saben de su necesaria labor. Porque conocen su valor como servidores públicos, sean o no funcionarios. Los políticos profesionalizados de toda naturaleza se han afanado para aplaudir y dimensionar públicamente este hecho. En el caso del colectivo sanitario, incluso han sido recientemente reconocidos con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia. Merecidísimo. Hoy no hay voz que se atreva a menospreciar el lugar que ocupa la sanidad pública en nuestro país.

Otros colectivos también han intentado continuar con su labor social y cultural. Pero ha sido casi imposible. Es el caso de la Música. Sí, señores, señoras. La música se merece su M mayúscula. Porque la música, en cualquiera de sus esferas, nos convierte en mejores seres sociales. Hay muchas investigaciones que así lo revelan. Cuando los humanos nos comportamos al unísono, tendemos a ser más generosos y nos sentimos parte de la colectividad; la música nos hace menos individualistas. Y créanme que hoy necesitamos ser menos individualista que nunca. Necesitamos reconocer nuestra identidad social y cultural. La música ayuda a ello. Las investigaciones neurológicas muestran que la música está íntimamente ligada a las emociones; es decir, el tipo de comunicación de la música viene secuenciada de alguna manera por medio de emociones. Parece ser que lo que se siente cuando se escucha una música concreta es parecido para toda la audiencia. También es conocida la labor terapéutica de la música en todas sus dimensiones. Se han descrito múltiples beneficios en los espectros psicológico y físico de las personas. La música cura.

Pero para apreciar la música como un elemento social y cultural (y económico, diría yo también) es imprescindible valorarla e impulsarla. Para ello, la colectividad necesita conocer el lenguaje musical. Y para ello es necesario establecer un sistema de enseñanza-aprendizaje cualificado. Imagínense que no supiéramos comunicarnos por medio del idioma, que no supiéramos leer ni escribir. Pero no hay problema, porque el español, el catalán, el euskera o el gallego se enseñan en los centros educativos de nuestro país. Sin embargo, cómo se enseña, cómo se aprende la música.

En Murcia, la música se aprende, en gran medida, en las Escuelas de Música. Es cierto que existen los conservatorios y son muy necesarios. Y los de nuestra tierra son de los mejores, sin duda. Pero la mayoría de niños, niñas y mayores se moldean musicalmente en nuestras escuelas de música, municipales o privadas. Las escuelas de música murcianas son, en la mayoría de casos, gestionadas por las Agrupaciones y Asociaciones Musicales, entidades sin ánimo de lucro, con sus voluntarios y voluntarias a cargo y con sus bandas de música que llenan de Música todos los rincones de la Región. Son entes de promoción y educación musical que se nutren de recursos escasos y de subvenciones locales (a veces ridículas).

Algún ministro de Educación dijo hace algún tiempo que existen asignaturas que distraen en el sistema educativo español. Se refería, entre otras, a música. Es ínfimo el tiempo que pasan nuestros niños y nuestras niñas en clase de música en las enseñanzas obligatorias y bachillerato, donde en algunos casos ha dejado de ser obligatoria y, en general, ha perdido horas de clase en los últimos tiempos. Dicen que la música no es útil para que nuestros jóvenes encuentren trabajo en el futuro. Dicen que la música no sirve para ser ingeniero o para ser médico. No obstante, apelar al argumento de la utilidad económica directa es falaz. Cuando se dice que la música solo sirve para entretener o para deleitar los sentidos se están obviando múltiples cualidades que la hacen más útil que otras esferas. La música no es un complemento. La música es esencial para la educación emocional y mejora la comprensión de otras competencias como la lingüística o la matemática. Numerosas instituciones de la Unión Europea o la propia UNESCO hablan de la educación musical como un proceso de ensañanza-aprendizaje ineludible. Y permítanme de nuevo que insista que en Murcia, esta educación musical recae en gran medida en las Agrupaciones o Asociaciones Musicales (recuerdo, entidades sin ánimo de lucro y gestionadas por voluntarios, en su mayoría).

Existen excepciones que hacen pensar que se puede hacer mucho más por la música; y cuando hablo de música lo hago implícitamente de la educación global de niños, niñas y mayores. Es el caso de la Escuela de Música de Alhama de Murcia, de titularidad municipal, y de la Agrupación Musical de esa localidad. En Alhama lo tuvieron claro desde 1981, cuando desde la corporación local se promovió la escuela y se animó (también económicamente, con lo que se pudo mínimamente) a configurar una Agrupación Musical. Desde entonces, todos los gobiernos locales y oposición, de todos los colores, han apoyado la educación y la promoción musical. En la actualidad, la escuela de música cuenta con más de 400 alumnos y alumnas de todas las edades. Muchos de ellos pasan o han pasado por la Banda Titular, reciente ganadora del Certamen Nacional Ciudad de Murcia 2019 de su categoría, dirigida por el talentoso Raúl López Sánchez, por la Banda Juvenil o por la coral. Todo ello, gracias al apoyo entre muchos, del Ayuntamiento y del funcionario encargado, el maestro José Antonio Ayala. Hoy, en Alhama, nadie osa pensar que la educación musical es algo accesorio. Y eso es un éxito.

Es imprescindible que las instituciones públicas apoyen la educación y la promoción musical. Hace poco se aprobó la Ley de la Música en nuestra Comunidad Autónoma, pero no es suficiente si no se reglamenta y no se dota de presupuesto. Dicho de otro modo, si los políticos profesionalizados, los que se dedican profesionalmente a la política, los que sirven a los vecinos y vecinas, no se lo toman en serio, la música de toda Murcia morirá. Y con ella, todos los beneficios sociales, culturales y económicos que lleva aparejados. Me consta que desde la Federación de Bandas de la Región de Murcia se ha apoyado dicha ley y también se ha solicitado que declaren a las Agrupaciones y Asociaciones Musicales Bien de Interés Cultural (BIC), porque esto daría aún más argumentos para el sustento de dichas asociaciones que son protagonistas en la educación musical. Ya ha ocurrido en la Comunidad Valenciana, donde en 2018 fueron declaradas BIC las Sociedades Musicales, lo que conlleva medidas específicas para protegerlas y potenciar su desarrollo.

Las Agrupaciones Musicales también han sido infectadas por la COVID-19. Muchas asociaciones que gestionan la educación musical en sus poblaciones han entrado en coma porque no tienen recursos para continuar. Porque han tenido que parar su actividad, ya que la educación musical se hace complicada en confinamiento. Las bandas de música han quedado prácticamente paralizadas y, de momento, los políticos nos dicen que no hay respiradores suficientes para dar oxígeno a estos colectivos. Por favor, seamos serios. No nos jactemos de identidad murciana al tuntún. Que las bandas y Agrupaciones Musicales de Murcia también son muy murcianas y mucho murcianas, como diría aquel. Que no solo de pastelicos de carne vive la humanidad del sureste español. Desde aquí hago un llamamiento para quien me pueda leer u oír: ¡SOS MÚSICA EN MURCIA!

Como decía Gustavo Bueno, quien dice que no le gusta la música (clásica, decía él) es, en realidad, que no la entiende. Y es una pena que buena parte de la sociedad se pierda la oportunidad de sentir las emociones que desprenden las obras de Bach, Handel, Hayden, Mozart, Beethoven, Tchaikovsky o Wagner, por citar a algunos compositores clásicos. Pero también otras músicas contemporáneas, populares y alternativas, que también se aprenden y estudian. Porque esas emociones construyen sociedad. Esas emociones nos hacen mejores personas.

Por Javier García López
Profesor de la Universidad de Murcia
Músico federado
Presidente de la Agrupación Musical de Alhama

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Nuestras Escuelas y Bandas de Música tienen mucho que decir


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