Hace ahora un siglo que el conde de Romanones, quien fuera diecisiete veces ministro, que eso es saber conservar el sillón, profirió aquella célebre exclamación: “Hagan ustedes la ley, que yo haré el reglamento”. Afortunada frase de gran aplicación, con alguna variante, en las cuestiones patrimoniales murcianas: “Hagan ustedes la ley, que ya haremos el estudio oportuno”. Esto es: Hagan ustedes la ley de proteger lo poco que no nos hemos cargado, para poder cargárnoslo mientras redactamos catálogos para protegerlo. Y así todo, oiga. Por eso sorprende que desde la recién creada Oficina de la Huerta descubran, a buenas horas, que muchos de los 304 inmuebles municipales catalogados y protegidos por su interés histórico “han desaparecido, se han modificado o se han descubierto”. Y se quedan tan frescos. Y que por ello es necesario licitar por 87.000 euros un nuevo catálogo que incluirá, además de edificios y yacimientos arqueológicos, unidades de paisaje de interés. Pues muy bien que lo veo. Todo lo que sea sumar, en una ciudad acostumbraba a restar en estas lides, es loable. Aunque también podrían explicar, por aquello de no vender solo humo, porque hemos perdido esa parte del patrimonio que los poderes públicos estaban obligados a proteger.