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Carlos Escobar

Música inesperada

Sinfonías encubiertas (V)

La práctica de la caza es inherente a la naturaleza humana. Caza y supervivencia son términos ligados desde el principio de la Historia y cada civilización adoró las deidades que propiciaban la obtención de alimentos ocultos en los bosques. Así, los griegos veneraron a Artemisa, los aztecas a Mixcóalt y los romanos a Diana.

Los compositores de cada periodo trataron de reflejar las inquietudes de sus semejantes y sus obras están salpicadas de referencias al arte de la caza, casi siempre valiéndose de un instrumento singular: la trompa de caza del periodo clásico. Ésta era muy distinta al instrumento que hoy día forma parte de la orquesta moderna. La trompa de los tiempos de Mozart tenía un diámetro interno más pequeño y no disponía de válvulas, lo que limitaba las capacidades técnicas del intérprete.

A lo largo de la Historia de la Música hay notables y variadas composiciones escritas para trompa, pero entre las que tratan expresamente sobre la temática de la caza, podemos recordar la Cantata de la caza de Johan Sebastian Bach, la Sinfonía de la caza de Leopold Mozart, el Cuarteto la caza de Wolfgang Amadeus Mozart, el fragmento de La bella molinera titulado Der Jäger (El cazador) de Schubert, el Otoño de Las cuatro estaciones de Vivaldi, El cazador maldito de César Franc, la Marcha finesa del cazador de Sibelius, Nuestros padres cazadores de Britten o la Cavatina de John Williams de la película El cazador.

Brahms también sintió durante el verano de 1864 la necesidad de escribir sobre la caza y la Naturaleza mientras paseaba por la Selva negra. La trompa era, junto al violín y piano, un instrumento que había estudiado en la infancia y el lirismo que emana de sus notas le resultaba muy parecido al efecto de la luz filtrada entre los árboles.

El Trío para piano, violín y trompa en mi bemol mayor, opus 40, fue presentado por el propio maestro al piano el 7 de diciembre de 1865 en Karlsruhe y consta de cuatro movimientos: Andante, Scherzo, Adagio mesto y Finale.

El primero de ellos es un movimiento particular, ya que no sigue la estructura de la sonata. La melodía principal es de un lirismo melancólico sin par que alterna con un tema Poco più animato en la tonalidad menor que no nos aleja en ningún momento del ambiente bucólico.

El Scherzo recupera la forma sonata con la alternancia de dos temas: uno rítmico y algo juguetón y otro más melódico plagado de bemoles que anticipa lo que sigue en el Adagio mesto, que nos transporta al éxtasis y al abatimiento interior, para anunciar posteriormente, a modo de fanfarria lejana, el tema del Finale, donde la melancolía deja paso al impulso vital, al instinto y al respeto del pueblo alemán por los bosques.

En el siguiente enlace tienen una versión del Trío opus 40 de Brahms con la meritoria interpretación de la difícil trompa clásica de caza.

 

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por Carlos Escobar

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