Por Javier Pérez Garrido. Compositor y profesor del Conservatorio Superior de Música de Murcia
Cada otoño, Murcia se convierte en el epicentro del arte bandístico gracias a una cita que trasciende lo musical: El Certamen Nacional de Bandas de Música “Ciudad de Murcia”. Patrocinado por el Ayuntamiento de Murcia y Organizado por el Ayuntamiento de Murcia y la Federación de Bandas de Música de la Región de Murcia, este evento ha crecido con los años hasta convertirse en un referente a nivel nacional.
Sin embargo, desde 2019, el certamen no ha vuelto a celebrarse, en parte debido al enfriamiento provocado por la pandemia, que interrumpió su trayectoria ascendente y dejó un vacío notable en la región murciana al privarla de uno de sus eventos musicales más emblemáticos y con mayor capacidad de proyección artística y social.
¿Qué hace tan valioso a este certamen? Su importancia radica en el profundo impacto que genera en el ámbito musical, así como también en el plano social, cultural e institucional. Además, actúa como un potente altavoz que proyecta a Murcia, a su región y a su extraordinario patrimonio bandístico en el panorama nacional.
El certamen nació del impulso democrático de los años 80, cuando Murcia llenó sus plazas de música y vida aprovechando la pasión popular por las bandas. Lo que comenzó como una propuesta lúdica en calles y plazas, fue evolucionando hasta convertirse en un Certamen Regional y, finalmente, en 1995, adquirió carácter nacional. Desde entonces, ha tenido lugar en los principales escenarios de Murcia reuniendo cada año emoción y excelencia musical.
Desde el punto de vista artístico, el certamen es un escaparate de excelencia. Participan bandas de toda España, que interpretan repertorios desafiantes y, a menudo, obras de estreno. La Federación de Bandas —que asume la organización técnica del certamen— garantiza un nivel profesional que rivaliza con los grandes eventos musicales del país.
Uno de los aspectos más reveladores de este certamen ha sido el alto nivel interpretativo demostrado por las bandas participantes. Es significativo que muchas de las bandas galardonadas procedan de la Región de Murcia, lo que habla del excelente estado de salud musical de esta comunidad, pese a las dificultades a las que se enfrentan nuestras bandas. Pero también han sido premiadas bandas de otras zonas cercanas como Alicante, Valencia, Castellón, Albacete, Almería, Granada, demostrando la fuerza del sureste español en el ámbito bandístico. Además, han brillado agrupaciones llegadas desde puntos más lejanos como Ciudad Real, Cuenca, Huelva o Pontevedra, subrayando el carácter verdaderamente nacional del certamen y su poder de atracción para formaciones de todo el país.
Hay que resaltar que las bandas de música son más que agrupaciones artísticas, pues también son auténticas comunidades intergeneracionales. En ellas conviven jóvenes, adultos y veteranos unidos por la pasión musical. Cuando una banda acude al certamen, lo hace como una pequeña delegación cultural de su pueblo o ciudad, con todo lo que eso implica en términos de convivencia, identidad y orgullo colectivo.
El certamen también es un homenaje al esfuerzo colectivo, al amor por la música y a la labor constante —y muchas veces silenciosa— de nuestras bandas. Representa el reconocimiento de una ciudad a quienes enseñan, celebran y dan vida a cada rincón de la Región durante todo el año.
Durante los días del certamen, Murcia se llena de visitantes, de notas que escapan de los auditorios, de conversaciones en terrazas que giran en torno a la interpretación de las partituras o las intervenciones de los solistas. Es, en definitiva, una celebración de la cultura viva.
El desarrollo y continuidad del certamen ha sido posible con el apoyo firme y constante del Ayuntamiento de Murcia área de Cultura, que ha apostado durante décadas por mantener y elevar el nivel del evento. Figuras como Amparo Marzal, Antonio González Barnés, Fátima Barnuevo, Rafael Gómez Carrasco, Jesús Pacheco Méndez, Pedro García Rex y Diego Avilés han sido claves en distintas etapas, afrontando retos económicos y sociales, y adaptando el certamen a los nuevos tiempos sin perder su esencia.
Su compromiso ha transformado lo que empezó como una actividad festiva en plazas en un certamen nacional consolidado, que engrandece a Murcia y enriquece la cultura musical de toda España.
Hablar del Certamen Nacional de Bandas “Ciudad de Murcia” es, para mí, hablar también de mi propia historia como músico. Recuerdo con emoción las ediciones de 1997, 1999 y 2004, en las que participé como clarinetista de la Agrupación Musical Sauces, logrando primeros premios. En aquellos años de juventud, tocar en este certamen era lo más alto a lo que podía aspirar como intérprete. Me empujó a mejorar, a exigirme más, a estudiar con disciplina. Fue un motor que elevó mi nivel musical y me preparó para retos aún mayores. Era una experiencia cargada de nervios, pero también de esfuerzo, dedicación y compañerismo, donde cada nota reflejaba meses de trabajo y el deseo profundo de dar lo mejor de mí, buscando siempre esa conexión especial con el resto de mis compañeros y, por supuesto, el público.
En 2010, el certamen volvió a marcar mi vida, esta vez desde otra perspectiva: como compositor. Mi obra “Fantasía Op.14” fue elegida como obra obligada de la primera sección, y escucharla interpretada por varias bandas de altísimo nivel fue una de las experiencias más emocionantes del inicio de mi carrera. Gracias al certamen tuve una plataforma de visibilidad que impulsó mi trayectoria, me abrió nuevas puertas y contribuyó a que mis composiciones comenzaran a sonar en auditorios de todo el mundo.
Confío en que las instituciones, en las celebraciones del 1.200 aniversario de la Ciudad de Murcia, recuperen su firme apuesta por este evento tan emblemático y que, por fin, este año podamos celebrar por todo lo alto su 30ª edición, devolviendo a Murcia la música, la emoción y el orgullo que siempre han acompañado a este certamen.